Tuesday, January 16, 2007

las calzadas.

ZUMO DE NARANJAS

Exprima un par de naranjas frescas en un vaso; a ser posible de cristal transparente. Bébaselo de un trago intenso. Una vez bebido, abra la boca y expire. Justo en ese instante usted será incapaz de aprehender en una palabra la sensación que ha experimentado. No lo intente; limítese a buscar a alguien cercano. Cuando lo encuentre, convénzalo para que le acompañe hasta la cocina. Una vez en la cocina, coja otras dos naranjas frescas, exprímalas en un vaso de cristal transparente, e invite a esa persona a beberse el jugo de un trago intenso. Observe como no es necesario que usted le indique que ha de abrir la boca y expirar tras la ingestión del zumo. Expirará y, con toda probabilidad, sonreirá. Usted también sonreirá. Incluso me atrevería a pronosticar que se mirarán a los ojos durante unos breves segundos; el tiempo suficiente para comprender la leve hermosura de compartir.

Monday, January 15, 2007

MI VENUS SIN MILO

Creo recordar que nunca estuvimos en París. Tampoco nos recuerdo tomando café en Melos o haber bajado juntos a las canteras para elegir un mármol a juego con tu timidez.
Sin embargo alguien, desde algún lugar contiguo al Olimpo, tuvo la sublime desfachatez de dejarte campar a tus anchas por los pasillos de un colegio mayor cualquiera, mientras yo aguardaba mi turno a la espera de un bistec servido en bandeja de aluminio.
Meses después, por no sé muy bien qué ley o designio, apareciste una mañana en mi cuarto de baño, con la toalla caída y todo el pudor de la antigua Grecia en tu brazo derecho. Fue entonces cuando decidí nombrarte mi afrodita y recrearme en tu belleza.
Supe que tú serías mi aliada en la resistencia ante cualquier orden de puertas para afuera; que no pasaría mañana alguna sin desearte al trasluz de las cortinas y que en tus caderas, tan helenas, recrearía todas las victorias de todos los imperios por todas las edades.
Y es que en todo este entramado de verdades a medias; en todo este error constante; en esta carcoma de silicona; en este vivir por catálogo; en este circo de grandes almacenes y deseos pasados por quirófano; En esta Ilíada de prótesis y números; en esta muchedumbre de cuentas sin saldar; en esta sabana de pastiches y ditirambos; en este redil de efímeras palabras, tú sigues siendo la más hermosa.
Hermosa porque cuando tocas son tus manos las que tocan. Hermosa porque cuando ríes son tus labios los que ríen. Hermosa porque cuando miras son tus ojos los que miran. Hermosa porque cuando hablas es tu transparencia la que habla. Hermosa, en definitiva, por la forma que tienes de dibujarte a ti misma en un instante y proyectarte para siempre en un prófugo silencio.
Si te deseo es por tu imperfección; por el mármol esponjoso de tus mejillas; por tus pequeños rituales antes de dormir; por la luz que desprenden tus manías; por haber hecho de nuestra casa templo y ágora al mismo tiempo; o por la forma que tienes de burlarte de todo canon en cada desayuno.
Por eso y por mucho más, mi afrodita, ya sea en Melos, París o Granada, me quedo contigo.

DE ESTRENO

Independientemente de lo que hay, que no es tanto, o sí, os digo: tomad y leed todos de él que esto tiene como desperdicio, entre otros sinsabores: gajos de mandarinas: estructuras paralelas: óxido de mengano: azúcar en los ojos: profilácticos de variados colores y texturas:
Tómenlo entonces como un punto de divergencia en el que lo que hay nunca es lo que hay. O sí.

En fin.
Les remito, por tanto, a cuantos saludos quepan en un bote de mayonesa.